San Pablo dice que esta experiencia de estar abrumados por el amor es lo que nos lleva a una nueva creación. Y esto nos muestra este viaje místico del Evangelio, de la transformación personal. ¿Cuál es el sentido de hacer todo esto si no estamos realmente abrazando el cambio? Un cambio profundo y radical dentro de nosotros. Y entregar la agenda del cambio, y el proceso del cambio, al Espíritu. No tratar de controlar eso. No podemos controlar nuestra propia transformación. Solo podemos ser transformados en la medida en que nos permitimos estar abrumados. Y eso, curiosamente, es el don de la meditación. Es algo muy ordinario, del día a día. No siempre tenemos ganas de meditar. A veces sentimos que somos malos en ello. A veces sentimos que estamos fracasando. Pero si somos fieles a la práctica, al mantra, a la práctica diaria, y llegamos a ese punto que el Padre John menciona, donde nos damos cuenta de que estos tiempos de meditación son, de hecho, los momentos más importantes del día, entonces estamos haciendo esto.
Homilía del 23 de junio de 2024, Laurence Freeman OSB