Al leer las enseñanzas de Jesús en el Evangelio de Tomás en forma contemplativa, como Lectio Divina combinada con meditación, oración contemplativa, somos guiados a ver la Realidad como realmente es y a experimentar que en nuestra esencia ya somos uno con lo Divino por medio de la consciencia de Cristo que habita en nuestros corazones. Pero Jesús es muy consciente de nuestra dificultad para hacerlo: «El Reino del Padre se extiende por toda la tierra pero la gente no lo ve». Especialmente dado que hemos cubierto nuestra Esencia divina interior al enfocarnos en nuestro cuerpo material y sus necesidades, lo que nos deja «embriagados» y» ciegos.»
Jesús dijo: «Tomé mi lugar en medio del mundo, y aparecí ante ellos en carne y hueso… Los encontré a todos borrachos y ninguno de ellos tenía sed. Mi alma se dolió por los niños de la humanidad, porque ellos son ciegos de corazón y no ven, ellos llegan al mundo vacíos y también buscan irse de él vacíos. Pero ahora están borrachos. Cuando se recuperen del vino que han tomado, se arrepentirán».
Este Evangelio nos desafía a abandonar nuestros modos habituales de percepción, a arrepentirnos, a experimentar una «metanoia» a cambiar nuestra manera de ver y de ser. Esto requiere de humildad y honestidad para abandonar las falsas imágenes de nosotros mismos, las máscaras de nuestro ego, nuestras «ropas».
Sus seguidores dijeron «¿Cuándo aparecerás ante nosotros y cuándo te veremos?» Jesús dijo: «Cuando se desnuden sin sentirse avergonzados y tomen sus ropas y las pongan debajo de sus pies y las pisoteen como niños, entonces ustedes verán al hijo del que vive y no temerán».
Esto no es en realidad tan diferente a lo que Jesús dijo en los Evangelios Sinópticos: «El que quiera seguirme debe dejar todo (es decir, el ego, las ilusiones)». Una vez que nos liberamos de las limitaciones que nos impone el ego, seremos libres, ya no estaremos más encarcelados. Todo lo que necesitamos hacer es despertar y descubrir quiénes somos realmente. Esta búsqueda es el elemento más importante en nuestra vida.
Jesús dijo: «Dejad que el que busca no deje de buscar hasta que encuentre. Cuando uno encuentra se sentirá turbado. Cuando uno se turba, se maravillará y tendrá control sobre todo».
Es perturbador darse cuenta de que la realidad que hemos aceptado como la única realidad objetiva y permanente es de hecho impermanente, sujeto de constantes cambios, moldeada por los pensamientos, imágenes y necesidades de nuestro ser material. Pero si perseveramos en la meditación, podemos correr el velo de estas ilusiones y ser conscientes de nuestra verdadera naturaleza y de la verdadera naturaleza de la realidad. El resultado será entonces una verdadera sensación de asombro, nos «maravillaremos».
De estos pocos dichos del Evangelio de Tomás queda claro como las enseñanzas de Jesús en él descritas, se corresponden con lo que hemos estado hablando en las «Cartas» de este año. El autoconocimiento obtenido en el silencio de una profunda oración contemplativa nos guía hacia el conocimiento de la Realidad Divina que es Amor, y en consecuencia también nos guía hacia la compasión por los demás: «Existe luz en el interior de una persona de luz, y ella brilla sobre todo el mundo».