Un extracto de El Cristo Presente, John Main OSB. (Nueva York: Crossroad, 1991), pp. 111-112, 116-117.
Nuestra vida es una unidad porque está centrada en el misterio de Dios. Para conocer esa unidad, debemos mirar más allá de nosotros mismos y tener una perspectiva mayor que la que solemos adoptar cuando el interés propio es nuestra preocupación dominante. Solo cuando comenzamos a alejarnos del interés personal y de la autoconciencia, esa perspectiva más amplia empieza a abrirse.
Otra manera de expresar la expansión de nuestra visión es decir que comenzamos a ver más allá de las simples apariencias, penetrando en la profundidad y el significado de las cosas. . . no solo en relación con nosotros mismos, sino con el todo del cual formamos parte. Este es el camino del verdadero autoconocimiento, y por eso el verdadero autoconocimiento es idéntico a la verdadera humildad.
Por la quietud en el espíritu nos adentramos en el océano de Dios. Si tenemos el coraje de apartarnos de la orilla, no podemos dejar de encontrar dirección y energía. Cuanto más avanzamos, más fuerte se vuelve la corriente, y más profunda nuestra fe. Por un tiempo, la profundidad de nuestra fe se ve desafiada por la paradoja de que el horizonte de nuestro destino siempre se aleja. ¿Hacia dónde nos dirigimos con esta fe más profunda? Entonces, gradualmente, reconocemos el significado de la corriente que nos guía y comprendemos que el océano es infinito.