Fragmentos de la presentación de Laurence Freeman OSB en la Conferencia Nacional Australiana, octubre de 2019, señalados en el boletín de Meditatio de enero de 2020, p. 10.
Todos somos muy conscientes de los problemas que enfrentamos en este punto de la evolución humana… qué poco unificados estamos, qué lejos estamos colectivamente de la verdad de nuestra naturaleza humana que Jesús revela… que somos fundamentalmente uno. [Qué] desafiante es creer en este momento en la unidad de la naturaleza humana y en la posibilidad de que los seres humanos puedan amar, perdonar, ser justos, abstenerse de la violencia. Es muy difícil creer en la naturaleza divina y el potencial de la humanidad cuando vemos cómo nos comportamos y los fracasos de los líderes que a veces parecen espantosamente merecidos… y [cuando] muchas de las estructuras en las que nos sentíamos seguros, políticamente, religiosamente y económicamente, se están disolviendo y colapsando a nuestro alrededor. [. . . .]
La división destruye la unidad porque, como sugiere la palabra, es diabólica, divide. La intención de dividir y conquistar, el juego político que juegan personas sin escrúpulos, no puede ser de Dios… porque Dios es uno. Dios no está fragmentado en un panteón de dioses pequeños, compitiendo entre sí como proyecciones de nuestra propia imaginación y deseos y miedos. Las tres grandes religiones hermanas, a pesar de todas sus diferencias y conflictos, han entendido… y surgen de la misma comprensión de la naturaleza humana y divina, que Dios es uno. La profunda unidad del ser humano proviene de Dios dentro de nosotros, dice San Pablo, y descubrir esta unidad dentro de nosotros mismos, dentro de nuestra naturaleza… es la única forma en que podemos sanar las heridas de la violencia y la división.
La meditación es el trabajo de descubrir esta unidad dentro de nosotros y entre nosotros… Lo más importante que debemos recordar en los desafíos de este tiempo es la unidad que compartimos, el gran misterio de la humanidad, a pesar de nuestra diversidad racial, cultural y religiosa. No podemos conocerlo desde afuera. Conocerlo significa que debemos entrar en un silencio en el que la mente dualista quede atrás. La conciencia contemplativa no es dogma, ni surge del pensamiento analítico, sino de la experiencia de la unidad misma, que es muy simplemente la experiencia que nos permitimos saborear en la meditación.