En esta dimensión siempre presente, nos convertimos en lo que vemos. La impotencia es una preparación necesaria para mostrar que esta dimensión nunca está lejos de nosotros. Sentimos que está ahí, como el “algo más” o “algo diferente” que percibimos desde la infancia. Pero es lo que siempre está presente; la fuente de todo y de lo poco que sabemos sobre cualquier cosa. La verdad importante sobre esta fuente es que no es el comienzo de nada. Siempre ha sido una con todo lo que origina (o “crea”). Al darnos cuenta de que también ha sido siempre una con nosotros, llegamos al final del deseo. Sabemos con certeza que estamos en la presencia de una realidad tanto completa como innombrable.
Boletín WCCM, Octubre 2024, Laurence Freeman OSB