Skip to content Skip to footer

La meditación en el cristianismo 

En los últimos tiempos ha habido una recuperación de la dimensión contemplativa de la fe y la oración cristiana. La tradición de la contemplación, la oración del corazón o «oración apofática», está transformando los diferentes rostros de la Iglesia y revelando la forma en que el Evangelio integra lo místico y lo social.

La Comunidad Mundial de Meditación Cristiana enseña una práctica de meditación derivada de la enseñanza del Evangelio de Jesús y del consejo de los primeros monjes cristianos. Los Padres y Madres del Desierto enseñan una espiritualidad cristiana de gran relevancia para aquellos que hoy en día quieren vivir su discipulado a Jesús de una manera radical y sencilla.

John Main, y la comunidad que él inspiró, han tenido un papel importante en esta renovación contemporánea de la tradición contemplativa. Su propia introducción a la meditación le vino de la sabiduría universal, pero le llevó a reconocerla y luego a enseñarla como una forma de oración que está enraizada en los Evangelios y en la tradición mística cristiana.

John Main enseña la práctica de esta forma tan simple:

  • Siéntate.
  • Siéntate con la espalda erguida.
  • Cierra los ojos ligeramente.
  • Luego, interiormente, en silencio, comienza a recitar una sola palabra: una palabra de oración o mantra. Recomendamos la antigua palabra de oración cristiana  «Maranatha».

Díla en cuatro sílabas iguales. Respira normalmente y presta toda tu atención a la palabra mientras la dices, en silencio, suavemente, fielmente y sobre todo – simplemente. La esencia de la meditación es la simplicidad.

Permanece con la misma palabra durante toda la meditación y cada día. No visualices, sino que escucha la palabra cuando la dices. 

Deja ir todos los pensamientos (incluso los buenos), imágenes y otras palabras. No luches contra tus distracciones sino que las déjas ir cuando dices tu palabra fielmente, suavemente y atentamente y regresando a ella inmediatamente cuando te das cuenta de que has dejado de decirla o cuando tu atención esté divagando.

Medita cada mañana y cada tarde durante 20 ó 30 minutos.

El viaje interior

La meditación cristiana es una forma de oración. Es una disciplina, un compromiso, una promesa al Señor  – sentarse a meditar de manera regular, dos veces al día, y permanecer regresando a la repetición de la palabra a pesar de las distracciones.  Como discípulos, confiamos que la práctica de esta disciplina nos conducirá más cerca del Él.

  1. Lo que importa es ser fieles

La persona que empieza a meditar está tan cerca de Dios como cualquier otra persona que ha estado meditando por 20 años. El principiante puede tener una experiencia bella de una meditación tranquila mientras que un meditador experimentado puede estar pasando por un momento de dificultades y distracciones. Lo que importa es que ambos permanezcan fieles a través de lo que sea que esté ocurriendo.

  1. No midas tu progreso

La meditación no es una técnica, no hay objetivos que alcanzar.  No hay que obtener ningún tipo de «logros» o «experiencias». No nos calificamos dependiendo de si hacemos una meditación con o sin distracciones si tenemos una linda experiencia, o cualquier otra cosa.  De hecho, no evaluamos ni medimos nada porque es a través de las distracciones y de las dificultades que aprendemos.  Cada vez que nos distraemos, regresamos humildemente a la repetición de la palabra sagrada, así crecemos en humildad y disciplina.

  1. La palabra sagrada (o mantra) comienza sonar en tu corazón

Cuando empezamos a meditar nuestra mente está llena de miedos, ansiedades, distracciones, y hay que esforzarse para regresar a la repetición de la palabra sagrada. Luego parece que esta palabra se hunde en la profundidad de nuestro corazón. Entonces no estamos diciendo la palabra sino sonándola en nuestro corazón. Gradualmente comenzamos a escucharla. A medida que la escuchamos, ella nos lleva al silencio.  Pero el silencio no es un objetivo que tenemos que lograr. Tan pronto de capturas pensando que has llegado al silencio, entonces te has distraído, luego tendrás que regresar a la repetición de tu palabra.

  1. Un proceso gradual de sanación 

A medida que continuamos con nuestra meditación, llegamos a un periodo más profundo de consciencia donde nuestras memorias y heridas emocionales comienzan a aparecer. Si aparecen, simplemente regresamos a la repetición de la palabra sagrada.

WCCM Colombia © 2024. Todos los derechos reservados.