Otra manera de decir que nuestra visión se expande es afirmar que llegamos a ver más allá de las meras apariencias, en la profundidad y en el significado de las cosas. . .no sólo. . . en relación con nosotros mismos, sino. . . con el todo del que formamos parte. Este es el camino del verdadero autoconocimiento y por eso el autoconocimiento es idéntico a la humildad. La meditación nos abre esta preciosa forma de conocimiento, [y] este conocimiento se convierte en sabiduría. . . cuando ya no conocemos por análisis y definición, sino por participación en la vida y el espíritu de Cristo. [. . . .]
Mediante la quietud en el espíritu nos adentramos en el océano de Dios. Si tenemos el valor de alejarnos de la orilla, no podemos dejar de encontrar dirección y energía. Cuanto más nos alejamos, más fuerte se hace la corriente y más profunda nuestra fe. La profundidad de nuestra fe se ve desafiada durante un tiempo por la paradoja de que el horizonte de nuestro destino siempre se aleja. ¿𝘈𝘥𝘰́𝘯𝘥𝘦 𝘷𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘧𝘦 𝘮𝘢́𝘴 𝘱𝘳𝘰𝘧𝘶𝘯𝘥𝘢? Luego, poco a poco, reconocemos el sentido de la corriente que nos guía, y vemos que el océano es infinito.