El gran misterio de la fe es que el amor se encuentra en nuestro propio corazón, si somos capaces de estar en silencio y quietos, si podemos hacer de este amor el centro supremo de nuestro ser. Eso significa dirigirse a él de todo corazón, prestarle atención. Te acercas a tu vida con amor porque lo que encuentras en tu propio corazón es el principio vivo del amor. Escucha a San Pablo sugerir cómo debemos ser en nuestras relaciones mutuas:
𝘚𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘵𝘰𝘥𝘰, 𝘳𝘦𝘷𝘪́𝘴𝘵𝘢𝘯𝘴𝘦 𝘥𝘦𝘭 𝘢𝘮𝘰𝘳, 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴 𝘦𝘭 𝘷𝘪́𝘯𝘤𝘶𝘭𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘧𝘦𝘤𝘤𝘪𝘰́𝘯. 𝘘𝘶𝘦 𝘭𝘢 𝘱𝘢𝘻 𝘥𝘦 𝘊𝘳𝘪𝘴𝘵𝘰 𝘳𝘦𝘪𝘯𝘦 𝘦𝘯 𝘴𝘶𝘴 𝘤𝘰𝘳𝘢𝘻𝘰𝘯𝘦𝘴: 𝘦𝘴𝘢 𝘱𝘢𝘻 𝘢 𝘭𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘢𝘯 𝘴𝘪𝘥𝘰 𝘭𝘭𝘢𝘮𝘢𝘥𝘰𝘴, 𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘶𝘯 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘊𝘶𝘦𝘳𝘱𝘰. 𝘠 𝘷𝘪𝘷𝘢𝘯 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘢𝘤𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘥𝘦 𝘨𝘳𝘢𝘤𝘪𝘢𝘴.(𝘊𝘰𝘭 3,13-15)
Lo más importante que tenemos que anunciar al mundo, proclamar a todo el mundo, es que el Espíritu habita realmente en nuestros corazones. Si nos dirigimos a él con plena atención, también nosotros podremos vivir de la plenitud del amor. También nosotros podemos vivir del poder que es el Reino de Dios. Parte de la disciplina de la meditación es que nos enseña a permanecer en ese amor, pase lo que pase.
Selección: Carla Cooper