El ego es nuestro sentido de estar separados, y por lo tanto nos da una fuerte inclinación a preservarnos. Cuando escuchamos a alguien decirnos: “Oh, sé generoso”, probablemente pensamos: “Oh, están pidiendo dinero”. Pero la verdadera generosidad significa que podemos ir más allá del control del ego. La verdadera generosidad está en dónde enfocamos nuestra atención. ¿Y podemos sostener eso? ¿Podemos no solo mirar a otras personas? ¿Podemos contemplarlas? Porque Dios no solo nos mira una vez y luego desvía la mirada porque tiene otras cosas que hacer. ¿Podemos contemplar y sostener esa atención, esa atención amorosa, en cada persona que encontramos y en el mundo en el que vivimos?
Homilía del 24 de julio de 2024, Laurence Freeman OSB