Necesitamos darnos cuenta de que el trabajo que estamos haciendo es profundamente personal e íntimo, llevándonos a las relaciones más profundas de nuestras vidas, que son nuestra relación con Dios y con nosotros mismos. Al hacerlo, descubrimos que este trabajo de silencio toca toda la red de relaciones que componen nuestra vida. Nada en nuestra vida queda sin influenciar, sin ser tocado por ello. Aun así, hay momentos en los que podemos desanimarnos, y otros en los que nos sentimos profundamente inspirados. En esos instantes, vemos con claridad el camino, comprendemos por qué lo estamos haciendo, reconocemos los beneficios y apreciamos los frutos. Pero también hay veces en las que no lo percibimos de esa manera.
La experiencia de ser, Laurence Freeman OSB