La tradición de la oración «monologuista» –la oración que emplea una palabra sagrada recitada continuamente en el corazón y en la mente con fe– es una tradición venerable dentro del Cristianismo. Tal vez comenzó con respeto por el nombre de Jesús «ante el cual se doblará toda rodilla» Filisteos 2:10. Este uso del Santo Nombre fue también establecido más tarde en las diversas formas de hesicasmo y en la Oración de Jesús de la Iglesia Ortodoxa. En la Iglesia Occidental el primer maestro de esta forma de oración fue Juan Casiano.
La primera descripción detallada de esta forma de oración se encuentra en la tradición del Desierto en la Conferencia X de Casiano. Aquí él recomienda el versículo (Salmo 69.2) «Oh Dios ven en mi ayuda, Oh Dios apresúrate a socorrerme». San Benito más tarde lo adoptó como verso de apertura del Oficio Divino, lugar que ocupa hasta nuestros días. Miles de años más tarde en Inglaterra, el autor anónimo de La Nube del No Saber recomienda la misma forma de oración pero sugiere el uso de una sola palabra monosilábica tal como «Dios».
En el Siglo XX John Main, heredando y transmitiendo la misma tradición, recomendaba la antigua oración Cristiana Aramea «Maranatha». Ésta es una frase de las escrituras que significa ‘Ven Señor’ (1Corintios:16:22), en el idioma que Jesús hablaba, arameo, y es una frase sagrada en la antigua liturgia cristiana. Hay muchos otros ejemplos de palabras-oración sugeridos en la historia de la oración cristiana que reflejan una época en particular o la personalidad del maestro de oración que guiaba a los demás hacia el silencio y la quietud contemplativa (hesiquia) en el corazón.
Es común en la tradición el énfasis en la repetición continua de la palabra con fe y fidelidad cada vez más profundas a la misma palabra a medida que ésta se arraiga en el corazón y abre la gracia de la contemplación –nuestra entrada en la oración de Jesús mismo en el Espíritu Santo.
Aquellos que usaban el nombre de Jesús llamaban a la palabra simplemente «el Nombre» o el «Santo Nombre». Casiano no recomendaba el nombre y llama al verso que él sugiere como «la fórmula». Este término significaba «regla o principio». Es decir, la fórmula no tenía un significado específicamente sagrado sino que se refería a un modelo o a un uso estándar de la misma palabra o frase recitada fielmente en todos los estados de la mente y que lleva al que ora a la pobreza de espíritu.
John Main se refiere a la palabra-oración como la «palabra» o el «mantra». ¿Por qué usa el término «mantra» en especial, ya que se lo asocia con formas orientales de meditación?
Para comprender esto es necesario recordar el entorno religioso en el cual John Main recuperó y comenzó a enseñar a meditar de acuerdo con la tradición cristiana. Antes de entrar a la vida monástica John Main había encontrado esta práctica en el Oriente aunque siempre la había practicado como una forma de oración cristiana. Fue allí donde encontró por primera vez el término «mantra» que tenía el sentido de una palabra o «fórmula» repetida o cantada como un cántico o una oración. Veinte años después, cuando volvió a leer a Casiano y encontró esta forma de orar dentro de la tradición cristiana, reanudó su propia práctica y descubrió su importancia universal para la espiritualidad cristiana contemporánea.
En 1975 varias formas de meditación oriental se habían hecho populares en el Occidente, en especial la Meditación Trascendental. Así había entrado la palabra mantra en el lenguaje popular. En la actualidad la palabra se encuentra en el Diccionario Inglés Oxford, definida como «texto o pasaje sagrado» con un primer uso en idioma inglés que data del año 1801. Hoy en día la palabra se usa en un contexto secular para referirse a las repetidas promesas de los políticos.
Debido a su asociación oriental, algunas personas pueden sentirse con dudas y confundidas al escuchar la palabra mantra usada en relación con la oración cristiana. Sin embargo, desde 1975, y desde que John Main la usó como un término sin relación específica con el Este, se ha hecho familiar para muchos cristianos. Ahora podemos decir que pertenece al vocabulario de la espiritualidad cristiana.
Del mismo modo, también es necesario recuperar y comprender la importancia de la palabra «meditación», que por supuesto proviene de las raíces de la tradición cristiana, en su sentido original más contemplativo. Para muchos cristianos la «meditación» quedó restringida a la oración de la mente, empleando el pensamiento y la imaginación especialmente al reflexionar sobre las Escrituras. Ésta es una forma de oración muy válida – también mejor descrita a veces como «lectio». La «meditación», en su sentido original de oración no discursiva, oración en silencio, sin imágenes o contemplación, también se hizo popular en el Occidente en los tiempos modernos a través de la espiritualidad y de los métodos orientales. El desafío de John Main fue recuperar y reinstalar el significado completo de la «meditación» en el mundo cristiano.
Existen entonces dos razones para apoyar el uso del término «mantra». Primero, que ha adquirido un uso universal y es bien comprendido en el contexto cristiano. Segundo, para algunas personas aprender por primera vez acerca de la dimensión contemplativa de la oración, puede requerir de una cuidadosa reflexión y discusión. El ser animados a pensar en el significado de las palabras «mantra» y «meditación» puede ser un estímulo para que el cristiano moderno comprenda y recupere la dimensión contemplativa de su fe y de su vida de oración.
Para una audiencia más tradicional, se necesitará una ayuda más sensible por parte de la persona que presente a la meditación cristiana. Así, puede que la palabra mantra necesite ser explicada al ser usada por primera vez en una sesión de meditación. Por ejemplo, sería mejor usar los términos palabra o palabra oración, al presentar la meditación cristiana a una audiencia nueva, especialmente a una que no hable inglés. Luego en el momento de la introducción cuando se recomienda una palabra específica, por ejemplo, Jesús o Abba o Maranatha, el que habla puede referirse a ellas como «antiguos mantras cristianos o palabras sagradas».
La Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana, presente en la actualidad en más de cien países, siempre ha tenido en cuenta estas cuestiones tan sensibles y los demás antecedentes y es su experiencia que el término «mantra» no representa en absoluto un impedimento serio para la transmisión de sus enseñanzas. El desafío más grande es ayudar a que las personas que se encuentran orando en modos sacramentales o devocionales comprendan, a través de su propia experiencia, el significado completo de la contemplación y de la oración del corazón. Aunque a algunas personas puede confundir al principio el uso del término «mantra», ser ayudados a comprender su significado puede facilitarles la mejor comprensión de lo que la meditación significa como un camino sin palabras, pensamientos o imágenes hacia el silencio de Cristo. Esto está expresado en la oración de apertura que John Main compuso para la meditación Cristiana:
Padre Celestial, abre mi corazón a la silenciosa presencia del espíritu de tu Hijo. Condúceme hacia ese misterioso silencio donde tu amor es revelado a todos los que claman maranatha, ven Señor Jesús.
Laurence Freeman OSB