John Main dijo que el gran defecto de la Iglesia es subestimar el poder del Evangelio reduciéndolo a la moralidad y a la conformidad social. Así es como la tradición mística ha desafiado durante mucho tiempo al cristianismo institucional. La ciencia actual nos recuerda a menudo, mejor que la Iglesia, la maravilla de la realidad. [ . . . .]
El yo encarnado que cada uno de nosotros manifiesta es un microcosmos del cosmos y de una realidad eterna que se extiende a través de todos los tiempos. Las imágenes microscópicas de nuestros órganos interiores se parecen asombrosamente a las fotos de galaxias y cúmulos de estrellas. El cuerpo es un “nano cosmos” (un nano es la milmillonésima parte de un metro) y una belleza maravillosa une lo cósmico y lo microcósmico.
El pequeño espacio dentro del corazón es tan grande como este vasto universo Los cielos y la tierra están allí; todo lo que es y todo lo que no es: el universo entero está en Él y Él mora dentro de nuestro corazón. (𝘊𝘩𝘢𝘯𝘥𝘰𝘨𝘺𝘢 𝘜𝘱𝘢𝘯𝘪𝘴𝘩𝘢𝘥)
En Cristo habita encarnada la plenitud de la Divinidad. En Él fueron creadas todas las cosas: las que están en los cielos y las que están en la tierra, las visibles y las invisibles; y en Cristo todas las cosas subsisten. (𝘊𝘰𝘭𝘰𝘴𝘦𝘯𝘴𝘦𝘴 1)
En Cristo, en ese pequeño espacio del corazón, estamos en todo y todo está en nosotros.