De John Main, OSB, Voluntad Propia y Voluntad Divina, EL CRISTO PRESENTE (Nueva York: Crossroad, 1991), pp. 85, 86-87.
La conversión es un compromiso con la creatividad del amor. Estar orientado hacia la falta de amor (egoísmo) es estar cautivado por la fascinación por la muerte. Encontramos esto tanto en individuos como en sociedades. En ambos casos, la prosperidad material o la producción no son una medida de la verdadera creatividad. La única medida confiable es la profundidad de la paz que fluye desde el centro.
La conversión exige que todos hagamos ajustes profundos tanto en nuestra vida como en nuestra visión del mundo. Estos reajustes pueden concebirse en la mente, pero no pueden efectuarse únicamente a través del pensamiento. Solo pueden integrarse en nuestra vida desde el poder creativo del amor que encontramos en nuestro propio corazón. Es por esta razón que la meditación se entiende mejor, no como un método de auto-mejora ni como una herramienta para lograr objetivos, sino como un proceso de aprendizaje y profundización en la humildad.
La meditación es fundamental porque solo podemos alcanzar la verdad si tenemos la confianza de encararla. Esta confianza emana del encuentro con el amor puro en nuestros corazones. La verdad más importante en la vida es entender que Dios existe y que Dios es amor. Es muy simple. Si vemos esto claramente, podemos ver nuestro propio viaje espiritual, nuestra práctica religiosa, nuestra vida personal, todo impregnado por la luz transformadora del amor redentor de Cristo.