De John Main OSB, El Camino de la Confianza, Anhelo de profundidad y Sentido : Aprender a meditar con John Main, ed. Peter Ng (Singapur: Medio Media, 2007), pp. 179-181.
El otro día leí sobre el dios hindú Shiva, quien estaba sentado con su esposa mirando el mundo. Ella le dijo: "¿Por qué no vas y das la salvación a algunos de tus devotos?" Shiva respondió: "Muy bien." Así que bajaron a un pueblo y se sentaron en la plaza del mercado. Se corrió la voz de que el gran profeta estaba allí, y los hombres santos del pueblo se acercaron. El primero dijo: "Medito ocho horas al día. En invierno, medito durante dos horas en agua fría. En verano, dos horas en el calor. ¿Cuándo obtendré la salvación?" Shiva lo miró y respondió: "Tres encarnaciones más." El hombre volvió con sus amigos, sacudiendo la cabeza: "¡Tres más! ¡Tres más!" Y así sucesivamente. Finalmente, se acercó un hombrecito y dijo: "No hago mucho, pero trato de amar a todos a mi alrededor y a la creación. ¿Puedo obtener la salvación?" Shiva se rascó la cabeza y el hombrecito se puso nervioso. Shiva lo miró y dijo: "Bueno, mil encarnaciones," a lo que el hombrecito saltó de alegría y empezó a gritar: "¡Lo conseguiré! ¡Solo mil!" En ese momento, se encendió en llamas, y también Shiva y su esposa, y todos se convirtieron en una sola llama y desaparecieron. La esposa de Shiva le preguntó: "¿Cómo consiguió ese hombrecito la salvación de inmediato? ¡Dijiste mil!" Shiva respondió: "Sí, pero su generosidad anuló mi decisión. Así que fue salvado de inmediato."
Justo después de eso, leí el Evangelio de Lucas: "Dos hombres subieron al templo a orar, uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos. El fariseo se puso de pie y dijo: ‘Te doy gracias, Dios, porque no soy como los demás hombres: avaros, deshonestos, adúlteros, o como este recaudador de impuestos. Ayuno dos veces por semana y pago diezmos de todo lo que recibo.’ Pero el otro mantenía su distancia y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo. Se golpeaba el pecho diciendo: ‘Señor, ten piedad de mí, pecador.’" (Lucas 18: 10-14)
La meditación es una manera de confiarnos completamente al misterio de nuestra existencia. Meditar es simplemente aceptar lo que es y confiar todo nuestro ser a Dios. En la meditación, nos ofrecemos, abandonamos todo lo que somos y simplemente repetimos nuestra palabra. La meditación es una entrada a la cercanía de Dios, quien se encuentra en nuestros corazones. Dios responde al anhelo de nuestro corazón con amor. Este amor es nuestra esperanza, nuestra confianza inquebrantable de que, sin importar la dificultad o el desafío, podemos enfrentarlo con los recursos infinitos que se nos han dado. Dios hace todo esto en silencio dentro de nosotros, si permitimos que el misterio nos envuelva. La cualidad que necesitamos para este trabajo es la simple aceptación de todo lo que es: la confianza.