“Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto”, nos dice Jesús. Así que este llamado de Jesús a que alimentemos a los pobres, a los hambrientos, a que visitemos a los enfermos, a que cuidemos de los necesitados, es la dinámica de la divinización. Leí recientemente que aquí en Irlanda, donde me encuentro ahora, hay 250,000 niños que viven en la pobreza. Y en el Reino Unido, un miembro del G7, hay cuatro millones de niños viviendo en la pobreza. El cincuenta por ciento de todos esos niños pertenecen a grupos étnicos minoritarios. (…) La situación ahora es la misma que entonces, en el tiempo en que Jesús se enfrentaba a esa multitud hambrienta. Necesitamos entender cuál es realmente el signo que nos está dando. ¿Cuál es el verdadero milagro que está obrando? No solo magia. Eso sería demasiado fácil. Para un niño está bien verlo de esa manera. Pero cuando leemos esto como adultos, tenemos que involucrarnos en ello, con todo lo que sabemos del mundo y de nosotros mismos.
Homilía del 24 de julio de 2024, Laurence Freeman OSB